viernes, 27 de mayo de 2011

EL AMOR TIENE DOS CARAS


Título original: The Mirror has two face.
País: USA.
Director: Barbra Streisand.
Reparto: Barbra Streisand, Jeff Bridges, Lauren Bacall, Pierce Brosnan, Mimi Rogers.
Género: Comedia romántica.

O bien podría llamarse, "La verdadera cara del amor", porque si algo nos enseña esta deliciosa comedia romántica, es eso mismo, que amor sólo hay uno y se siente como se siente, por más que muchos se empeñen (nos empeñemos) en buscarle dobles caras o razonales pero huecos significados. El que puede tener dos caras, es más bien, el espejo en el que nos miramos, o a través del cual miramos a quienes nos rodean, como bien indica el título original de este film: "The mirror has two face" (El espejo tiene dos caras) y su porqué queda bien reflejado en la película.

"El Amor tiene dos caras", aparentemente no deja de ser una comedieta romántica más made in USA, pero amigos, debajo de esa superficie de "chica-conoce-a-chico-y-se-enamoran", se encuentra una acertada e inteligente reflexión sobre el amor, la pasión, las relaciones sentimentales y los embrollos emocionales en los que nos sumergimos los seres humanos. Vamos, que es una de esas películas que uno se pone cuando el corazón se le hace trizas o cuando ve que no termina de llegar eso tan ansiado por todos: El Amor, y empieza a devanarse los sesos preguntándose si de verdad no estaremos todos locos y en realidad eso que buscamos, no sea más que un cuento chino, un invento de los libros o de los cursis, y que consigue devolverte la esperanza de que en cualquier momento, eso que has visto en la pantalla,  te puede pasar a ti.

"Cuando nos enamoramos, oímos a Puccini en nuestro interior", es la reflexión a la que llega Rose (Barbra Streisand), una madura profesora de literatura de la Universidad de Columbia que lleva toda su vida esperando sentir esa sensación con todas sus fuerzas. Rose siempre ha sido el patito feo de su familia, y sus  guapas madre y hermana (Lauren Bacall y Mimi Rogers, respectivamente) se lo recalcan, ya sea mediante indirectas, cada vez que tienen la oportunidad. Podríamos definirla, por tanto, con esa odiosa palabra con la que tradicionalmente se ha calificado a la mujer en tales circunstancias: una solterona. Por otra parte, Gregory (Jeff Bridges) es un profesor de matemáticas que también desea encontrar una pareja, pero con una idea totalmente diferente a la de Rose: él quiere encontrar a una compañera, a alguien con quién compartir gustos e inquietudes, una amiga a la que cuidar, pero alejándose totalmente de la pasión, puesto que para él el sexo es el mal de todas las relaciones de pareja, el fuego que todo lo quema y lo devora, y que a él tanto mal le ha hecho emocionalmente.

Los dos protagonistas se conocen a través de un anuncio y desde el principio se crea entre ellos un fuerte vínculo de amistad, respeto mutuo y... amor casi fraternal. Ella le desea, pero él a ella no.Y a pesar de todo, accede a la propuesta matrimonial que su apuesto y adorado profesor le hace. Pero nuestra protagonista, patito feo de corazón apasionado, pronto se dará cuenta de que ella en realidad lo quiere todo sobre el amor: quiere "pasión, fuego, ardor, cupido, San Valentín" y todo lo que se tercie. Cuando Gregory lo descubre, siente que para él su relación con Rose ha sido un fraude, por haberle engañado en cuanto a sus verdaderos sentimientos y deseos. Es entonces, cuando Rose, aprovechando un viaje de Gregory a Europa, decidirá cambiar radicalmente, llevando a cabo un cambio no sólo mental, tras darse cuenta que en realidad ha estado conformándose con su relación sin pasión cuando en realidad deseaba mucho más, si no además físico, cayendo en las mismas redes en las que caen la mayoría de mujeres del mundo: La estética; para estar delgada, guapa y apetecible y así, encontrar el amor verdadero. Lo que ella no sabe es que Gregory en el fondo está loco por ella, se ha ido enamorando sin quererlo, pero tiene un miedo atroz al amor romántico, el cual le desestabiliza en todos los sentidos. Cuando vuelven a reencontrarse todo aparentemente ha cambiado, Rose se ha convertido en una mujer objetivamente actractiva, dispuesta a darse a las pasiones desenfrenadas y Gregory, aturdido, hecho un verdadero lío, descubre lo que perdió, por no haber hecho caso en su momento, a su corazón.

Y ¿qué tiene de especial esta película que la eleva muy por encima de la media de las comedias románticas? Pues, en primer lugar, sus adorables protagonistas. Debo reconocer que desde que vi por primera vez esta película, me sentí muy identificada con ambos personajes, en especial, con el de Gregory. Sus continuos quebraderos de cabeza acerca de lo que debería ser una relación de pareja, esa renuncia a la pasión y su idea de asemejar los sentimientos a ecuaciones matemáticas, intentado razonar la idea del amor, su miedo a afrontar las inseguridades que conllevan las pasiones etc. dotan al personaje de una irresistible simpatía. Lo mismo que el personaje de Rose, esa mujer solitaria, que ve cómo las guapas como su hermana siempre consiguen a los hombres más irresistibles, como a su adorado Alex (Pierce Brosnan) mientras ella renuncia resignada a vivir el amor con mayúsculas accediendo a casarse con Gregory porque es el único hombre que ha querido casarse con ella... "por lo que sea".

También es una película diferente, porque aunque, a priori, el planteamiento de la historia puede ser típico y tópico, en su desarrollo te das cuenta que profundiza mucho más que la media de comedias de este estilo en el aspecto de las relaciones; no se basa en plasmar el amor sin más (dos personas se enamoran y punto) si no que muestra como a través de la cotidianidad, del día a día, puede surgir el amor. Es decir, el amor no nace desde el principio, los protagonistas no se casan enamorados, si no que se enamoran a lo largo de la película, gracias a la cercanía, a la convivencia, a sus pequeñas rutinas. Un desarrollo que rompe con esa idea extendida socialmente de que la convivencia lo mata todo y solo se ama de verdad al principio de las historias amorosas. Critica, además, otra idea errónea en la que cae constantemente la humanidad: la de la esclavitud de la estética, el pensar que mientras no seamos guapos, delgados y estilosos, no tendremos las mismas posibilidades que el resto para encontrar el verdadero amor.

En definitiva, la película es una muestra de como el amor puede romper con todas las barreras existentes en nuestro interior o aquellas que la sociedad nos impone con su dedo señalador: los miedos propios que tenemos al saber que nos estamos enamorando y la inseguridad que da el hecho de que vamos a depender del control de las emociones y no de nuestra razón, la superficialidad de la belleza física... Los dos protagonistas van dejando atrás sus ideas preconcebidas de lo que debe ser el amor y las relaciones de pareja gracias a la complicidad y el vínculo emocional que nace entre ellos.

Por si fuera poco, el film tiene ese aire clásico y romántico de las antiguas comedias de Hollywood, y para redondearla, nada mejor que una secundaria de lujo, la mítica Lauren Bacall, interpretando a la egocéntrica pero encantadora madre de Rose. Por este papel, Lauren Bacall estuvo nominada al Oscar a la mejor actriz secundaria en 1996.

"El amor tiene dos caras" en un bálsamo contra las penas, hay, quienes como yo, creemos en el cine como sanador de muchos males emocionales y, en este caso, esta pequeña e infravalorada película, es una buena pastilla para los dolores del corazón. Una película recomendada para los románticos empedernidos, para los enamorados, los enamoradizos, los que enamoran y para todos aquellos que hace tiempo que no oyen a Puccini, en su corazón.

"- ...pues siento no encajar en tu ecuación matemática: `hombre guapo y asustado se casaría con mujer fea y desesperada..´ ¿decía eso el anuncio?"

"- Fred... ¡¡¡ Quiero a Rose!!!
  - Lo sé, lo sé..
  - No... pero quiero a la antigua Rose, a aquella chica que vestía con ropa grande y preparaba el bocado perfecto... nunca me importó que no fuera guapa.. aunque a mí siempre me pareció una chica muy guapa, sus ojos, su boca...me gustaba su forma de ser, su manera de reírse de sí misma... ¡¡¡Ahora come zanahorias!!!!, ¿no es espantoso?".

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